AUTOEVALUACIÓN – Diego Arribas Comes.
Educación del Movimiento se presentó como una asignatura
cuanto menos peculiar, ya desde el primer día de clase, percibí que no iba a
ser igual a las demás. El profesor nos recibió dándonos la mano a todos y cada
uno de los alumnos, algo que me llamó profundamente la atención. ¿Qué
pretendía? ¿A qué vino eso? No lo sé con certeza, pero una cosa quedó clara
desde ese instante: iba a ser una asignatura diferente.
Escogí la opción de evaluación continua y formativa, con
mucho temor, pues soy una persona bastante vaga y a la que le cuesta mucho
ponerse a trabajar. Como ya he comentado varias veces, tanto en los blogs como
en clase, una frase que me gusta mucho y que me representa bastante es la
siguiente: “mi talento está limitado por mi pereza.” Pienso que tengo una
inteligencia y creatividad notables, pero la vagancia contrarresta estas
cualidades. Por lo que gran parte de esta capacidad se suele perder. Soy un
poco zoquete, como diría Daniel Pennac. Por lo que asumí este modelo de
evaluación como todo un reto. Un reto en el que me permitiría reducir mi
pereza, para poder explotar mi talento lo máximo posible, y poder beneficiarme
tanto yo, como todos mis compañeros. Un reto personal de auto superación, en el
que demostrarme a mí mismo, que si quiero, puedo, y que con ganas, trabajo,
esfuerzo e ilusión, todo se puede.
Comencé así a tomarme cada clase, como un privilegio en el
que poder aprender conceptos nuevos e interesantes. Comencé a tomarme las
clases una a una, sacando el máximo provecho de cada una de ellas. Como diría
el Cholo Simeone: “partido a partido”
Esta mentalidad me ha permitido aprender algo distinto e
interesante cada día, y así lo he plasmado en mi blog.
He aprendido las distintas concepciones del cuerpo, de Frank, A, y a como relacionarlos con la
vida cotidiana y con mi propio cuerpo. He aprendido el concepto del habitus de Bordieu y a no juzgar a las personas por
su apariencia física o sus rasgos de personalidad. He aprendido las distintas teorías educativas y los
diferentes tipos de docente. Incluso… ¡Me he leído un libro! No me
reconozco… otro año habría optado por bajarme de internet resúmenes y trabajos
sobre el libro, pero en esta asignatura no, me he implicado y lo he leído. Increíble, toda una hazaña
para mí. También he aprendido que los zoquetes
no están perdidos si un buen docente consigue su implicación. He aprendido los valores educativos en la educación
física y a aplicarlos en mi vida con mi equipo querubín de fútbol. También las
distintas ideologías y los principios
éticos en la educación física… y mucho más. Pero sobretodo, he aprendido
del CAMBIO. A la vista ha quedado reflejado como yo (todo un vago profesional)
he conseguido cambiar e implicarme para
aprender todo lo anteriormente mencionado, pero no sólo han cambiado mis ganas por
aprender, sino que también lo ha hecho mi mentalidad. Me siento orgulloso de
este progreso positivo y de este cambio.
La creación del blog, fue otro triunfo y satisfacción
personal. El ver que desde las primeras entradas, mis compañeros y el profesor,
me comentaban y me felicitaban por el trabajo y me animaban a seguir, me
llenaron de orgullo, y sentí que mi trabajo estaba siendo bien hecho. Tengo que
decir, que uno de los momentos que más ilusión me hizo, fue cuando Tomás, para
mí el hombre sabio de la comunidad, recomendó no solo varias entradas mías, si
no también mi blog al completo. Mis compañeros se beneficiaron de mis
aportaciones tanto en clase como en los blogs, y así quedaba reflejado en los
diversos comentarios recibidos. Y de la misma manera, yo me beneficié de los
blogs de los demás. Quid pro quo. En
especial de los de Tomás, Aitor, Vicent, Manu Jimenez y Victor Primo. Se
comenzó a ver el comportamiento de una comunidad educativa, pero yo he llegado
a percibirlo como algo más, algo superior, como una familia. Con nombres y
apellidos: la comunidad ed.mov, donde todos nosotros, los edmovianos, nos beneficiamos de las aportaciones de cada uno, y de
los respectivos feedbacks y retroalimentaciones en los debates, consejos,
aportaciones y comentarios que surgían a cada entrada.
También me gustaría destacar las distintas técnicas y métodos
que usamos a lo largo del curso para el aprendizaje. Los grupos puzzle, las exposiciones, los dípticos… Son maneras
innovadoras y, para mí, efectivas de aprender los conceptos que se quieran
tratar. Salgo muy reforzado y contento de haber experimentado estos métodos de
aprendizaje. Nos hacían implicarnos al máximo a todos, no sólo por el beneficio
personal, sino por el de todo el grupo, para que como conjunto, quedara todo lo
más claro posible.
Todo esto, lo que he aprendido, lo que he hecho para aprender
y lo que he hecho para que los demás aprendan, me han servido para saber cómo
ser un buen educador, para aprender numeroso conceptos educativos que me
servirán, seguro, en mi mundo profesional, pero sobre todo para tener una
concepción diferente de mi capacidad para aprender, y en general, una
concepción diferente de la vida y de mi persona. He comprendido, que este tipo
de evaluación, es más efectivo a la hora de aprender y retener conceptos que la
clásica evaluación de exámenes únicos y finales, donde sólo hacía que engullir
temario, para vomitarlo en el examen, y quedar aturdido y vacío.
Personalmente, estoy muy satisfecho del trabajo realizado. He
conseguido pasar de ser un vago, a trabajar diaria, continua y formativamente.
Ha sido un reto que ha tenido un esfuerzo superlativo para mí, pues no estaba
acostumbrado a trabajar tanto, por lo que la evolución ha sido impresionante,
sabiendo que partía de cero, incluso diría yo, que partía de números negativos.
Por lo que me siento personalmente orgulloso y satisfecho de haber podido conseguir
este cambio y progreso tan notables. He conseguido reanimar la golondrina aturdida que había en mi
interior, y ahora con la ayuda de todos, va a poder volar libremente, donde ni
si quiera el cielo será el límite.
Por haber significado tanto esfuerzo y sacrificio para mí, y
haber podido conseguir una progresión y evolución tan positivas, pienso que mi
autocalificación merecería una nota que rondara entre el 8 y el 9.
Sin más despedirme como Víctor lo ha hecho con todos nosotros:
Gracias y buena suerte.